Es demasiado pronto
para toda esta noche solitaria.
No hay besos en el parque
ni niños rezagados.
La fuente está callada
escuchando el romance de los grillos
y los aŕboles duermen aburridos y ajenos.
Los columpios esperan
y se mueven despacio mecidos por la nada.
Consumido en un charco sobre el césped,
el cadáver de un pájaro susurra:
“La vida es un fantasma sin teatro
que ronda por los hilos
de cobre en las alturas”.
© Darío Pérez Carvajal
jueves, 4 de febrero de 2010
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