Éramos violentos y algo tristes.
El paraiso entonces
era besar tus labios,
ir contigo a los muros donde en tiempos de paz
se abrazan las parejas
como si cachearan al amor.
Era el setenta y siete.
Tenías veinte años y un temblor en el pecho
de palomas miedosas que acostumbrron pronto
a probar la ternura de mis manos.
Éramos violentos: agentes de uniforme
saqueaban las aulas en busca de octavillas,
de libros prohibidos;
no comprendieron nunca que en los parques de octubre,
besándonos los labios,
fuimos más inquietantes, mucho más peligrosos
que gritando en las calles mientras no sperseguían.
Tenías veinte años:
Recuerdo que en un muro,
bajo la sangre quieta de unas siglas,
hicimos el amor en pie de guerra.
© Pedro Sevilla
jueves, 18 de febrero de 2010
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